En Finsmart conversamos con David Reyes, director de Semana Económica –uno de los medios especializados en negocios y economía más importantes del Perú–, para que nos comparta su opinión experta sobre el panorama político actual y qué implicancias podría tener para un inversionista en el mercado local.
La primera vuelta electoral ha llevado al Perú –nuevamente– a un escenario imprevisto que genera dudas o preocupaciones sobre el impacto que tendrá en la economía del país ¿Cuál es tu primera impresión sobre la situación actualmente?
Las dos opciones de segunda vuelta son dos opciones que no estaban previstas un mes antes y ambas constituyen, en mayor o menor medida, una amenaza a la democracia. Una de ellas, sin embargo, la de Pedro Castillo, es una amenaza al sistema desde el papel y hoy lidera las encuestas.
Esto produce, de momento, incertidumbre en el mercado: la bolsa ha caído ligeramente y el dólar se fortalece, mientras los agentes internacionales —las agencias calificadoras de riesgo— empiezan a mirar con cautela al país, a la espera de las próximas encuestas (y de un resultado menos favorable para Castillo) y finalmente del resultado electoral. La incertidumbre se mantendrá hasta entonces, salvo que haya una vuelta del marcador por parte de Keiko Fujimori, lo que no creo que suceda repentinamente.
Desde una perspectiva económica, ¿Qué escenario proyectas para este año y el próximo?
Aunque el futuro de nuestra economía depende claramente de quién gane las elecciones, este año cerraría estable, en línea con las previsiones actuales, con un crecimiento de un dígito —ya no de dos—, con una mejora de la inversión pública y con una mejora de la inversión privada en línea con el avance de la vacunación. Sobre este punto, espero una reacción favorable del mercado, una vez que sean vacunados los más vulnerables, lo que hará que los temores de contagio se reduzcan y la economía empiece a retomar su ritmo normal.
Si gana Castillo, su acomodo político al llegar al poder y la infertilidad de sus propuestas en una primera etapa (lo que promete es en su mayoría ilegal) mantendrían la incertidumbre, pero tendrían un impacto acotado en la economía, lo suficiente como para que se vea reflejado recién a partir del próximo año. Si no respeta el orden democrático y el Estado de derecho, otro sería el escenario.
¿Qué sugerencia le darías a inversionistas locales para los próximos meses?
Para quienes invierten en empresas, a través de deuda —renta fija o a través de fondos conservadores— o factoring, mantengo mi postura sobre el desempeño económico de este año: en ese sentido, creo que no hay un riesgo de corto plazo. Si gana Keiko Fujimori, hay que decirlo, el mercado seguirá su curso, la incertidumbre de los inversionistas se reducirá a la par que aumentará su confianza.
Dicho esto, siempre hay oportunidades: no puedo no pensar en acciones que, por la coyuntura, están a precios bajos y tienen valores de mercado mayores. Hay espacios de compra como oportunidad para quienes quieren asumir el riesgo. De otro lado, recién empieza la segunda vuelta. Todavía no sabemos si un Castillo se moderará para sumar un voto más de centro, si sumará técnicos y equipo en el camino que le den algún tipo de viabilidad a su propuesta o si se topará, ya en el gobierno, con la imposibilidad de hacer realidad sus propuestas y tendrá que limitar sus planes.
¿Es posible un escenario económico al estilo de Venezuela en los próximos 3-5 años en caso Pedro Castillo llegue a la Presidencia este 28 de julio?
Es una pregunta para bola de cristal. Lo primero que habría que definir es si Castillo respetará el orden democrático. Si lo hace, tendrá un Congreso no del todo favorable, con un bloque de derecha (prosistema) que pasa por Fuerza Popular, Avanza País, Renovación Nacional y hasta Alianza por el Progreso, al que se puede plegar en el plano económico, desde el centro, el Partido Morado.
Todo su plan se sostiene en un cambio de Constitución, sin el que es imposible ejecutarlo. Eso, con un Congreso así, le tardará por lo menos, con mucha suerte, un año, y luego vendría la redacción de una nueva Constitución. Entonces, el tiempo se le acorta para la ejecución de un plan sin duda destructivo para la economía del país. En su peor escenario, la defensa de la poca institucionalidad que tenemos le impedirá avanzar. En su mejor escenario, tendría que conseguir el apoyo de las Fuerzas Armadas y hacer un golpe de Estado. ¿Lo apoyarán? No suena fácil. Igual el impacto de la incertidumbre no será menor. Pero todo esto da por sentado que ganará y estamos lejos de saberlo.